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MENSAJE DE ALEJANDRO MORENO DURANTE LA REUNIÓN DE LA ALIANZA PROGRESISTA – COPPPAL “PACTO PROGRESISTA GLOBAL”

PACTO PROGRESISTA GLOBAL

 ALIANZA PROGRESISTA – COPPPAL

 MENSAJE DE ALEJANDRO MORENO

 JUNIO 1, 2023

Compañeras y compañeros

Sean muy bienvenidos a la Ciudad de México.

Nos es muy grato poder compartir con todas y todos ustedes esta constructiva jornada de trabajo.

Saludo con afecto a los miembros de la COPPPAL presentes en esta reunión y a quienes nos acompañan desde sus pantallas.  En las personas de mis amigos Conny Reuter, coordinador global, y Esteban Paulón,  coordinador de América, saludo los integrantes de la Alianza Progresista, y les extiendo nuestra felicitación con motivo del décimo aniversario de su fundación en Leipzig, Alemania.

También expreso mi saludo fraterno a mi amiga Marcela Ahumada, directora de la Fundación Salvador Allende, al igual que a Jan Skoberne, director Fundación Maj1, del Partido Social Demócrata de Eslovenia, a Theo Chino, de la Federación de los Franceses al Extranjero y Socialdemócratas de América.

A mi amiga la senadora Beatriz Paredes, destacada militante del progresismo en mi Partido y aspirante a la Presidencia de la República, a mi amigo Porfirio Muchos Ledo, luchador histórico por la democracia social, a mi amigo Silvano Aureoles, distinguido militante de nuestro aliado el Partido de la Revolución Democrática y aspirante también a la Presidencia de la República, y a las invitadas e invitados especiales aquí presentes.

Agradezco y destaco la participación de Alejandro Guillier Álvarez, ex candidato a la Presidencia de Chile, de Giuseppe Provenzano, diputado Partido Democrático de Italia, responsable de Política Exterior. A Niels Annen, secretario parlamentario de Estado, del Ministerio de la Cooperación Económica y del Desarrollo de la República Federal de Alemania.

A María Joao Rodríguez, presidenta de la Fundación Europea de Estudios Progresistas, a mi amiga Doris Zapata, ministra de Trabajo y Desarrollo Laboral de la hermana República de Panamá.

A Tanja Fajon vicepresidenta del Gobierno y ministra de Asuntos Exteriores de la República de Eslovenia, y a mi amiga Esperanza Martínez, senadora Frente Guasú,  líder  del  cambio  democrático  social  en  Paraguay. Ambas  destacadas luchadoras por las causas de las mujeres.

Así como a las distinguidas y distinguidos integrantes de las mesas de trabajo, cuyas participaciones sin duda enriquecerán nuestra importante conversación progresista.

El día de hoy, desde la mirada progresista, juntos habremos de recorrer una temática estratégica para el presente y el futuro de nuestras sociedades: la revisión

de gobernabilidad de los bienes globales y el inaplazable fortalecimiento de la democracia social, como ruta de solución.

Somos partícipes de un mundo en plena transformación, urgido de redefinir un nuevo equilibrio geopolítico global que le permita solventar sus contradicciones en la paz y en el logro de un desarrollo cooperativo, equitativo y compartido.

Sin embargo, resolver lo anterior, demanda levantar la mirada y comenzar a percibir que esas urgencias se suceden bajo los rigores y efectos de algo más grande, de naturaleza estructural, y que muchos pensadores denominan crisis civilizatoria.

En efecto, vivimos una crisis civilizatoria resultante de la caótica relación de nuestros sistemas sociales con el medio ambiente, donde hemos llegado a los límites de su capacidad de redención natural.

Asistimos al desenvolvimiento de una situación límite, que exige respuestas contundentes, al menos de igual peso y densidad que los enormes riesgos que implica esta crisis.

En nuestro caso demanda reflexión y acción global progresista eficaz en torno a políticas públicas coordinadas globalmente para hacer frente a las causas y consecuencias del cambio climático en la vida del planeta.

Estamos  obligados a  reforzar  la convocatoria  de actores  decisorios, de ciudadanía, de todas las consciencias para revertir los daños causados por nuestras maneras dominantes de aprovecharnos de la Madre Tierra.

Debemos comenzar por desnudar la subjetividad humana que niega esta crisis, ya sea por intereses creados o por simple ignorancia.

Seamos claros muchas causas actúan desde diversos planos y dimensiones para acelerar esta tormenta perfecta, iniciemos por aceptar que nuestras estructuras sociales deben ser revisadas, se agotaron los modelos.

Nuestras  fórmulas  de producción y  consumo  han  agotado a  la tierra  y pareciera que no somos capaces de revertir ese gran daño. Padecemos una crisis civilizatoria consecuencia de las formas dominantes de crear riqueza, pero también de la manera de distribuirla.

Cuando el 1% más rico de la población mundial acapara casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde 2020 a nivel global, casi el doble que lo que recibe el 99 % restante de la humanidad -según un reciente informe de Oxfam- es hora de asumir que este juego se terminó y que de no corregir a corto plazo esta brutal desigualdad, no hay más destino que sufrir la profundización de sus males.

Es civilizatoria, porque es una crisis que impugna a fondo las reglas que hasta ahora hemos edificado como humanidad. Cuestiona la organización dominante de civilización moderna, occidental, capitalista, colonial y patriarcal. Nos amenaza con la posibilidad de eventos cada vez más extremos, capaces de detonar un efecto dominó de consecuencias imprevisibles.

Se expresa también en una crisis del poder o, mejor dicho, en una crisis de la generación y el manejo del poder. Hemos desencadenado sociedades enormemente complejas, pero hemos sido incapaces de crear el andamiaje institucional adecuado para atender y solucionar sus necesidades.

No sólo porque en muchas sociedades donde se transitó a la democracia, ésta se estancó en su faceta electoral y no logró transformar, en sintonía con ella el ejercicio del poder. Se dañó a los partidos políticos e indujo el actual desencanto democrático.

Lo más grave es que la cuestión del poder abandona cada vez más los Estados nación. Deja de pasar por los gobiernos centrales y por los parlamentos, para trasladarse, al igual que la riqueza, a las grandes corporaciones tecnológicas, financieras, energéticas y militares globales.

Asistimos a un desfase del poder de instituciones sociales representativas, a estructuras privadas legales e ilegales, respecto de estas últimas basta con pensar en el narcotráfico, la trata de personas o de armas, por sólo referir algunas.

Es momento de acelerar los procesos de convergencia entre Estados nación, tendientes a unir esfuerzos para oponer la fuerza global colectiva a la privada, y así cambiar la correlación del poder actual que, como sociedades, nos domina y subordina a esa suerte de interés privado macro-global.

Somos testigos del vertiginoso cambio tecnológico propio de la Revolución Industrial 2.0, al tiempo que tratamos de gestionarlo mediante las limitadas estructuras políticas de los Estados nación.

Cuando se perfilan sorprendentes avances en materia de salud, recordamos que no pudimos hacerle frente al oligopolio farmacéutico de la vacuna contra el Covid-19 para lograr una distribución más humanitaria y cooperativa de las mismas.

Ahora debemos preguntarnos si seremos capaces de regular esa forma más maligna de desigualdad encarnada en el desarrollo de una super raza de humanos casi inmortales con acceso a todo, mientras otra parte de la humanidad sigue muriendo de hambre.

Entre los impactos de la inteligencia artificial, en los próximos años la economía del mundo perderá cerca de 90 millones de puestos de trabajo. Si bien creará casi 70 millones de nuevos puestos, ocuparlos demandará un gran enfuerzo de capacitación por parte de insuficientes estructuras educativas.

En cualquier caso, la pérdida neta será de 14 millones de puestos, el 2% del empleo mundial.

La migración irresuelta es otro símbolo de nuestro tiempo, perfectamente explicable por esa dinámica de desigualdad que genera la forma dominante de distribución de los bienes del desarrollo.

Mientras el mundo no asuma el tema con un enfoque de responsabilidad global, el derecho humano a migrar seguirá confrontado sin solución con quienes, ilusa y perversamente, piensan que los muros pueden frenar las olas del mar.

Y así podemos seguir enumerando males, las preguntas son: ¿qué tenemos que decir las organizaciones progresistas al respecto?, y ¿cómo nos organizamos para actuar en consecuencia?

Ha llegado la hora de unir esfuerzos. Estoy convencido que el progresismo tiene las respuestas necesarias para construir una ruta de superación de nuestros desafíos.

Incrementemos el diálogo en favor de la convergencia narrativa y programática entre todas las fuerzas progresistas de cara a estos retos.

Impulsemos nuestras propuestas democráticas, sostenibles, igualitarias, solidarias, cooperativas, antipatriarcales y anticoloniales.

Vamos a fortalecer nuestra narrativa demócrata social, su difusión y su presencia en el debate político mundial.

Trabajemos en favor de un diseño programático confluyente de nuestra acción política.

Las fuerzas progresistas estamos llamadas a frenar el avance de los autoritarismos para edificar un siglo XXI de libertad, igualdad, solidaridad y paz, entre todas las naciones del mundo.

Estamos obligadas también a cuidar que no se imponga el autoritarismo dentro de nuestras propias organizaciones globales, para poder operar con éxito.

El gran Willy Brandt decía que: “Dar forma al futuro de todos nosotros es demasiado importante como para dejarlo solo en manos de los gobiernos”, yo coincido plenamente con su afirmación.

Es deber de los partidos políticos progresistas organizados dar un paso hacia adelante y ponerse al frente de la lucha para superar los retos mencionados.

Debemos comenzar por derrotar al autoritarismo populista que aprovecha las debilidades de nuestras democracias incompletas y oligarquizadas, para colarse por los poros de una sociedad agotada por los incumplimientos, y destruirlas.

Asumamos que es el fin de los gobiernos piramidales, o se gobierna con la ciudadanía o no se gobierna. Debemos reformar el poder y ofertar alternativas de gobierno más horizontales y democráticas, que empoderen al ciudadano.

Es la hora de caminar hacia la convergencia entre todas las fuerzas progresistas partidarias, sindicales, ciudadanas, ambientalistas, feministas en favor de debatir y acordar un nuevo pacto social global.

Amigas y amigos

Con  esa  motivación  nos  hemos  encontrado  la Alianza  Progresista  y  la COPPPAL, dos organizaciones multilaterales, no gubernamentales, para dar lugar a una amplia reflexión sobre los temas expuestos.

Con ese objetivo, nos dimos a la tarea de organizar este primer encuentro entre la COPPPAL y la Alianza Progresista con el fin de conversar sobre los retos del progresismo a nivel global con vistas a encontrar convergencias y confluencias, en torno a tres temas:

  • Vigencia del Pensamiento Democrático y Socialista a 50 años del Golpe Militar y de Estado en Chile;
  • Democracias completas y resilientes en lucha contra el autoritarismo;
  • Del pacto progresista regional al global.

A 50 años del artero golpe militar contra el gobierno del Presidente Salvador Allende, consideramos que su propuesta de lograr la transformación política y social por medio en la democracia y en la paz, sigue siendo vigente.

La democracia social cuenta con los atributos necesarios para transformar la realidad en la inclusión y el respeto a la diversidad, en la libertad con igualdad y en concordancia con los dictados del interés general de la República.

Para nosotros la democracia es integral, no culmina con la certeza de su sistema electoral, requiere que el ejercicio del poder también se realice bajo pautas democráticas.

En la lucha contra el autoritarismo en todas sus formas, es inaplazable caminar hacia edificar democracias completas y resilientes.

Por eso es momento de recordar que, si las reglas de acceso al poder y las reglas de ejercicio del poder no se ejercen en  plena sintonía democrática, las democracias quedan incompletas, se debilitan y se vuelven fallidas.

Entonces, más temprano que tarde le abrirán la puerta a la entronización del populismo autoritario que tenderá a destruirlas.

Un populismo autoritario sin mayor destino que la duración física de sus liderazgos y la fragilidad de sus ofertas inmediatistas para ganar seguidores, pero con una enorme capacidad destructiva, y de extrema polarización, que sistemáticamente ejercen mientras están en el poder.

La divisa de una democracia completa es cumplir los términos del contrato establecido entre candidaturas y votantes, y convertirlos en políticas públicas y quehacer parlamentario.

La resiliencia de las democracias debe conducirlas a restituir su integralidad deteriorada.

En el marco de este evento, juntos, la Alianza Progresista y la COPPPAL, hemos llamado a transitar en América del pacto progresista regional al global.

Por mandato de sus documentos básicos, la COPPPAL impulsa un nuevo pacto demócrata social a nivel regional y global, como una gran tarea de construcción política progresista para lograr una mejor gobernanza mundial.

Llama a trabajar por la asociación de propósitos entre Estados-nación, para estar al comando de los procesos globales, hoy en manos de la decisión financiera corporativa.

Considera que América Latina y el Caribe son actores de la nueva arquitectura del siglo XXI y como tal están obligados a ser parte activa, en condiciones simétricas, de la inaplazable reforma del sistema político internacional.

Una reforma del sistema político internacional que exige incorporar a un sujeto activo de su promoción: los partidos políticos progresistas.

La COPPPAL trabaja por empoderar al ciudadano junto con fortalecer el régimen de partidos e impulsar la conformación de un nuevo contrato social que restituya la República social y democrática de derecho, confiable, solidaria, garantista y eficaz.

Demanda una nueva economía sostenible que tenga en el centro de sus prioridades al ser humano y al medio ambiente, así como el acceso igualitario a los beneficios de la cuarta revolución industrial.

El reto fundamental es superar de una vez por todas la enorme desigualdad social que daña profundamente y lastima.

Fomenta la soberanía alimentaria desde la defensa del medio ambiente y la organización de productores.

Se pronuncia por una seguridad ciudadana global, como eje compartido de la lucha mundial contra el crimen organizado.

Considera que, sin la paridad de género total, la lucha por la igualdad social no sólo estaría incompleta, sino que habría fracasado antes de triunfar.

Propugna por una migración reconocida y atendida como un derecho humano y por el combate al coloniaje en cualquiera de sus formas.

Finalmente considera que otra mundialización es posible.

Conseguirla demanda constituir bloques de Estados-nación que restituyan la fortaleza de lo público y su función rectora del desarrollo sostenible en el concierto internacional.

Una rectoría que hoy detentan, sin contrapesos, el capital financiero y otros oligopolios.

En sus principios rectores, la Alianza Progresista plantea convertir el siglo XXI, en un siglo de progreso democrático, social y ecológico.

Demanda entender las necesidades de los demás seres humanos y desarrollar enfoques políticos modernos que den respuesta a dichas necesidades.

Propone crear empleo digno y luchar contra el desempleo, así como garantizar una redistribución justa de la riqueza.

Se pronuncia por la igualdad de género, contrarrestar la creciente desigualdad en las sociedades, luchar por los derechos de la comunidad LGBTIQ y contra la intolerancia y el racismo.

Planta someter a los mercados financieros desordenados y desenfrenados a una normativa clara y combatir la evasión fiscal.

Se compromete a limitar el cambio climático con la premura necesaria y fomentar el desarrollo económico, social y ecológico sostenible.

Garantizar la paz y los derechos humanos como bienes públicos globales, defender el multilateralismo, abogar por el desarme y poner fin a la proliferación de armas de destrucción masiva y acabar con el hambre y la pobreza de una vez por todas.

Considera que son retos que únicamente podremos abordar conjuntamente y no luchando unos contra otros, a través de una fuerte coordinación y coalición mundial de las fuerzas progresistas.

Compañeras y compañeros

Los retos, propósitos y desafíos antes expuestos, además de mostrar una gran coincidencia entre ambas organizaciones, son capaces de nutrir la rica conversación de las mesas de trabajo previstas.

Desde sus características, manteniendo su identidad y forma de organización, ambas organizaciones se reúnen hoy, en la Ciudad de México, para conversar sobre los desafíos y motivaciones expresados, y propician una reflexión abierta a todas las organizaciones progresistas que coincidan con los propósitos manifestados.

De esta manera, la COPPPAL integrada por 70 partidos políticos de 30 países, y la Alianza Progresista, organización global  formada por  más de 140 partidos políticos y organizaciones, analizan la importancia de trabajar por la consecución de un Pacto Progresista Global. Enhorabuena. Tendremos mucho éxito, estoy seguro.

Muchas gracias.

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